Los macarrones con queso son unos de esos platos de receta fácil adecuados para salir del paso, a la vez que se realiza un plato delicioso que aporta los nutrientes y la energía necesaria para aguantar toda una jornada de trabajo. En esta ocasión vamos a realizar una salsa bechamel riquísima que dará un toque diferente a este plato tradicional.
Ingredientes
- 450 gramos de macarrones (Siempre recomiendo los macarrones al huevo que están muy ricos)
- ½ taza de mantequilla
- ½ taza de harina (Aquí hay un gran dilema, ya que a mí personalmente me gusta hacer la bechamel con Maizena (harina de maíz) al ser mucho más ligera y menos empachosa).
- 4 tazas de leche
- ½ cucharada de mostaza seca
- 300 gramos de queso a elección (en este caso voy a utilizar Gouda que me encanta)
Cómo hacer macarrones con queso
Lo primero que vamos a realizar es calentar la leche en una olla pequeña o en un cazo, a la vieja usanza como lo hacían nuestras abuelas antes de que existiera el microondas. No la tenemos que dejar que hierve, debemos de mantenerla tibia. Ahora toca uno de los pasos que más me gusta, coger el trozo de queso y rallarlo para que se puede fundir muy bien después; en este paso nadie se puede resistir a comer algo de queso rallado ¿Hay algo mejor?
¿Falta algo no? Cogemos una olla grande con agua, le agregamos sal y una hojita de laurel (también se le puede añadir un diente de ajo chafado) y cuando esté caliente pero no hirviendo le ponemos los macarrones. Mirad bien en el envase de los macarrones el tiempo de cocción recomendado y decantaros por dejarlos al dente o un poco más pasados. Y no olvides mover los macarrones para que no se peguen, parece una tontería pero puede arruinar el plato.
Salsa mágica
Vamos a realizar una variante de salsa bechamel muy especial para que nadie se deje un macarrón en el plato y te pidan que saques el pan para mojar toda la salsa. Sigue los pasos atentamente que verás cómo te sale una salsa bechamel deliciosa. Primero coge una olla pequeña y derrite la mantequilla a temperatura media-baja, cuando veas que está derretida le agregar la harina y con un mezclador manual de varillas (es recomendable hacerlo con esto para que salga bien, no seas tacaño que cuesta 1 euro en el Chino y hace milagros).
La clave está en mezclar bien estos dos elementos hasta que no se queden grumitos, cuando esté bien ligado se le agrega leche y se va revolviendo poco a poco hasta que veas que se te queda espeso. Muy importante es mover siempre para el mismo lado la mezcla, parece de Perogrullo pero puedes hacer que no ligue la salsa y estropear el momento. Agrégale la mostaza a la mezcla y sigue batiendo hasta que veas que obtienes una salsa homogénea y espesa, no dudas en probarla para ver si le falta un poquito de sal.
Coge un colador y escurre los macarrones, a mi me gusta darles un poco de agua bajo el grifo para que se enfríen más rápido y unas cuantas vueltas en plan como si le diera la vuelta a una tortilla para secar todo el agua; de esta forma evitamos que se ponga pegajosa la pasta. Ya sólo nos queda mezclar los macarrones con la salsa bechamel y echar por encima el queso rallado para que se funde poco a poco.
Opción para Gourmets
Cuando tengamos todos estos pasos realizados podemos entrar en el territorio prohibido del ámbito Gourmet. Ahora que controlamos la receta, es el momento de darle un toque diferente que la convierta en nuestra obra maestra y ese plato por el que vienen los amigos a nuestra casa a comer.
Seleccionamos un plato de horno adecuado a la cantidad de macarrones que tengamos en la olla, los esparcimos por el plato y le espolvoreamos queso rallado por encima (mi abuela siempre iba a la charcutería y pedía una mezcla de quesos que estaba de rechupete) y lo metemos al horno entre 20 y 30 minutos a 190 grados. Si hemos decidido dar este paso, es muy recomendable dejar los macarrones al dente para que se terminen de hacer en el horno.
¿Muy sencillo verdad? Pues los resultados son magníficos. Se forma una capa de queso crujiente por encima de los macarrones que los convierten en una auténtica aventura para el paladar. Un plato sencillo y nutritivo que provocará que las visitas quieran repetir en tu mesa. Si echas de menos a tu madre, no lo pienses más y disfruta de todas sus recetas.
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